2008/08/21

¿Significa algo el poder militar de Estados Unidos?

ESTE ES EL TITULO provocativo de un artículo académico, de Shen Dingli, vicedirector del Centro de Estudios Estadunidenses de la Universidad Fuda, en Shangai, China (People's Daily, 9/5/06), que seguramente está siendo escudriñado con lupa en Irán y en EE UU.



Por Alfredo Jalife Rahme - La Jornada

SHEN DINGLI NO es ningún improvisado: doctor en física y profesor de no proliferación y seguridad internacional. La síntesis de su filosofía militar posmoderna la proporciona el rotativo chino: "A EE UU le será negado el poder absoluto en la era nuclear, no importa la forma frenética en que busque la hegemonía militar. Esto ha sido decidido por la naturaleza de las armas nucleares. Mediante la expansión y el abuso de su superpoder militar, EE UU no solamente fracasó en asegurar una posición 'sin amenaza nuclear' en la etapa atómica, sino que perjudicaría sus intereses de seguridad nacional a largo plazo, y probablemente sea incapaz de sostenerla debido al agotamiento de su fortaleza nacional tanto a mediano como a largo plazo".

¿EMPEZO EL INVENTARIO de la decadencia de EE UU? En la tradición estratégica de Sun-Tzu y su libro inigualable El arte de la guerra, escrito cuatro siglos antes de Cristo, Dingli demuestra en forma persuasiva la profunda paradoja del "poder militar sin precedente de EE UU", cuyas "armas nucleares han dejado vulnerable su superioridad militar".

SERIA OCIOSO DISCUTIR la "superioridad militar de EE UU", que alcanzó 500 mil millones de dólares por año (en realidad es casi el doble por los gastos ocultados en otros rubros paramilitares, según SIPRI): "posee los arsenales más poderosos del mundo tanto convencionales como nucleares, fenómeno jamás visto en la historia". Hasta cierto punto, porque Rusia no canta mal las rancheras con su nueva generación de misiles balísticos intercontinentales, mejor perfeccionados que los de EE UU.

TANTO MEJOR QUE Shen Dingli abulte el arsenal estadunidense para los fines de su disquisición, que lleva a la conclusión de que las mejores armas letales no se comen y acaban por perjudicar a su poseedor en la era nuclear: "EE UU no tiene competidor con su fuerza militar en el mundo de hoy" y "ha desarrollado un nuevo concepto armamentista que incluye armas nucleares 'prácticas' y su lucha por el control del espacio con armas de energía cinética e información digitalizada". (Nota: la Revolución en asuntos militares que fracasó en Irak frente a la guerrilla asimétrica.)

DESMITIFICA TODA SU parafernalia bélica: "las ventajas militares de EE UU permanecerán por un buen largo (sic) periodo de tiempo y su poder militar afectará inevitablemente su política exterior, que otorgará cierta influencia en las relaciones internacionales", lo cual matiza con dos preguntas cruciales: "¿Su supremacía militar le ha dado mayor seguridad? ¿Ha intensificado su dominio en los asuntos internacionales?"

DESDE LUEGO QUE NO, porque el poder no es única y crudamente militar, sino que siempre ha sido multidimensional, lo cual comporta otros "poderes" (cultural, diplomático, económico, demográfico, científico, territorial, etcétera).

ADUCE QUE UN "cambio revolucionario ocurrió en el concepto tradicional de seguridad nacional desde que el género humano entró en la era nuclear, hace seis décadas", cuando también la "sociedad humana (sic) entró a la era de la seguridad institucional representada por la ONU", lo cual arroja una doble paradoja: "un país con una no muy fuerte defensa no necesariamente es inseguro bajo la protección de las instituciones internacionales. Por el contrario, un país con enorme gasto supermilitar (sic) podría no aportar una seguridad correspondiente si perjudica o evita los mecanismos de seguridad internacional". Este es justamente el caso dramático de EE UU, que se aisló desde que optó por la aventura unilateral en Irak. Sin decirlo, Shen Dingli se inclina por el multilateralismo.

SU SEGUNDO AXIOMA se centra en que las "armas nucleares han dejado vulnerable la superioridad militar de EE UU". Abunda sobre los específicos casos proliferativos de India, Irak, Irán y Corea del Norte, con quienes EE UU ha operado con dos pesas y dos medidas (y eso que no cita a Israel ni a Pakistán), lo cual hasta ahora ha sido contraproducente: "Puesto que las medidas de EE UU chocan con sus objetivos antiproliferativos, la proliferación difícilmente puede ser frenada en la realidad y se vivirá una situación en la que la superioridad militar de EE UU no brinde la suprema seguridad".

EN ESTE TRAMO la sapiencia proliferativa de Dingli luce con intensidad y se remonta hasta el uso que hizo EE UU en 1945 de bombas atómicas contra Japón, única potencia nuclear en ese entonces: "sesenta años más tarde EE UU no es más seguro". Vienen las sutiles amenazas disuasivas, que seguramente estarán sopesando los militares estadunidenses: "en el siglo pasado los japoneses solamente pudieron alcanzar Hawai. ¿Pero qué tal hoy? El territorio metropolitano de EE UU sufrió ya graves ataques de baja tecnología (sic) como el '11 de septiembre', por lo que con certeza es más vulnerable". La disuasión preventiva sube de intensidad: "Rusia es capaz de destruir (¡súper sic!) varias veces (¡súper sic!) a EE UU, aunque no tenga intención de amenazarlo militarmente". ¿Quién garantiza la pusilanimidad de Rusia cuando el súper halconazo Richard Bruce Dick Cheney fue a agredir a las puertas del Kremlin?

CUANDO EN EE UU el asunto de la seguridad se ha vuelto una obsesión paranoide, Dingli descubre que en la "perspectiva global y regional existen más factores que evitan que EE UU se sienta completamente a salvo", ya que no cuenta con el monopolio del conocimiento para "desarrollar armas nucleares que pueden ser conseguidas por otras potencias industriales o aun por algunos países en vías de desarrollo. Las relaciones entre los países nuclearizados siguen la dirección de la mutua disuasión. La superioridad militar de EE UU es vulnerable dado el resultado inaceptable de cualquier uso de armas nucleares, pese al profundo desequilibrio entre las armas convencionales y nucleares de los poseedores de bombas atómicas". Lo que menos desea EE UU en asuntos de seguridad nacional es un golpe nuclear en su territorio o a sus bases militares. Shen Dingli se expresa sin desparpajo: "La disuasión en la era nuclear significa que una guerra nu-clear nunca será librada o ganada. A diferencia de las guerras convencionales, no existe vencedor en la guerra nuclear (...) En teoría, EE UU se reserva la opción de golpear primero, pero en la práctica Washington estaría buscando su autodestrucción (sic) si la emprende contra cualquier poseedor nuclear. Por consiguiente tal posibilidad es muy remota (sic)". Es cierto en términos racionales, pero no con la irracionalidad imperante ahora en EE UU.

SU TERCER AXIOMA será desconsolador para los belicosos estadunicentristas a ultranza: "la supremacía militar podría perjudicar la seguridad nacional a largo plazo". EE UU optó por "recurrir más a su fuerza militar para conseguir sus objetivos de seguridad"; ni más ni menos que el execrable unilateralismo que "perjudicará sus intereses de seguridad a largo plazo, así como su influencia internacional y su poder suave (soft-power)".

COMENTA QUE EE UU ha perdido "su paciencia y confianza al sobrestimar su propia fuerza y al subestimar los mecanismos de seguridad internacional", lo que "ha alimentado su tendencia de usar la fuerza en forma fácil", en particular en años recientes, cuando ha exhibido una seria inclinación a abandonar a la ONU para organizar una "alianza de voluntarios" con los "mismos objetivos de seguridad. El resultado para la superpotencia estadunidense ha sido agotar con mayor celeridad tanto su poder duro como su poder suave y reducirse a sí mismo a una debilidad relativa".

CUANDO INDIA AUN no ha convertido su divisa (no dice nada de China, que tampoco posee una divisa convertible y en cuanto lo haga colocará los últimos clavos en el féretro del dolarcentrismo), considera que las "ventajas de la fuerza nacional y militar de EE UU han sido exageradas (¡súper sic!), por lo que EE UU es incapaz de hacer lo que le plazca en los asuntos internacionales, a pesar de su PIB, que representa más de la cuarta parte mundial y sus gastos militares, que constituyen 45 por ciento de los del globo".

EL CONTENCIOSO DE Corea del Norte es una "prueba de que la capacidad de intervención de EE UU es de lejos (sic) menos fuerte el poder nacional que ostenta en las cifras". Y si alguien detectó las debilidades nucleares de EE UU frente a Corea del Norte fue justamente China, que simplemente se frotó las manos como Confucio.

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